miércoles, 16 de junio de 2010

UNA CURA DE HUMILDAD...

Por fin llegó el día en que España se estrenaba en el mundial. Vi el partido y la verdad, me lo pasé en grande escuchando a los comentaristas pletóricos de confianza al inicio augurando goleada y viendo cómo a medida que pasaban los minutos iban cambiando sus comentarios a frases más pesimistas del tipo "no pasa nada, este es el mejor partido que podemos perder". Me parto!, y es que al final, los grandes perjudicados si España es eliminada, son ellos mismos (periodistas, medios de comunicación), ya que pese al gran despliegue en Sudáfrica (por no hablar de Manolo "el del bombo" en un amago de patriotismo rindiendo pleitesía a Felipe y Letizia en Durban), me temo que las audiencias caerían en picado. Como os decía, me divertí un montón ante la situación (pese a querer que ganase España, por supuesto) y a modo de reflexión, -aunque bien es cierto que los jugadores no son culpables de tal euforia previa-, quiero manifestar mi contrariedad por este mundo futbolístico en el que se mueve tanto dinero y unos chicos tan jóvenes se creen "los amos del mundo" simplemente porque hacen lo que más les gusta y porque periodistitas de tres al cuarto les encumbran como dioses a su conveniencia. El más contento con esta historia del mundial es Zapatero, que debe estar encantado al ver cómo los "españolitos" por un momento, dejamos al margen nuestras penurias económicas, nuestra falta de trabajo, nuestra desconfianza en que el gobierno tome medidas resolutivas y todo por animar a "la roja". Por lo dicho, que pierda España es más grave que la derrota de un simple partido, es despertar del sueño, es recobrar la razón y abrir los ojos a la cruda realidad de nuestra sociedad...

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