El pasado jueves por la noche, pensé que me moría de dolor. Eran las 22,30h y empecé a notar unos pinchazos en la zona abdominal izquierda. Tras devolver todo lo que había comido y ver que no cesaba el dolor, decidí llamar a un taxi (sobre las 00,00h) para que me llevase a urgencias al
Juan Canalejo. El pobre taxista estaba acojonado, tras pedirle que fuera más rápido -no podía aguantar el dolor- y me dijo (con toda la razón del mundo), que no se podía saltar los semáforos... Al llegar al Canalejo, me debieron ver la cara de sufrimiento, pues me salté toda la cola de espera y me empezaron a hacer todo tipo de pruebas (análisis de sangre, orina, placas, electro, tensión...). Mi tensión por las nubes como siempre y bueno, por fin me abrieron una vía en la vena de la mano derecha y me metieron medicación (un calmante y un nolotil). Estaba bastante centrada en mí misma y en mi propia experiencia, pero de vez en cuando echaba un vistazo a otros pacientes "aparcados" por los pasillos y las salas de espera y no podía dejar de pensar que cuando nos falta la salud, nada importa. Había un chico muy joven con dos amigos contando que se había quedado sin aire y que no recordaba nada más; también una pareja de cincuentones discutiendo porque él (que era el enfermo) quería salir a echar un cigarro y ella no le dejaba ("acabo de ver a la enfermera nº 1 y tú eres la enfermera nº 2" -le decía-)... Todo tipo de historias que uno no recuerda hasta que las vive en primera persona. Al final, resultó ser una infección de orina (algo de poca importancia pero muy doloroso) y sobre las 4,30h dejé el Canalejo para ir a casa en taxi. Tras llevar un día con la medicación, ya me siento mucho mejor y supongo que es típico, pero me he hecho promesas de cuidarme mucho más. El jueves fue un día de mucho estrés, tras 10 horas en el trabajo y yo misma, que no sé tomarme las cosas con tranquilidad. Cuando quedé con Paula a tomar algo por la tarde, ya me notaba yo nerviosa (de hecho, recuerdo que le dije "cuenta tú algo que no dejo de hablar")... Intentaré ir por la vida a menos revoluciones y cuidarme mucho más (moraleja de la historia)...
P.d.- Me gustaría darle las gracias a una enfermera muy maja (no sé ni su nombre) que aguantó todas mis quejas y me dió la mano mientras me pinchaban.
4 comentarios:
Primero de todo decirte que me gusta como escribes. Me resulta ameno. Por otro lado comentarte que a todos nos pasa que cuando le vemos las orejas al lobo juramos y perjuramos. No es con animos de desanimarte sino de incentivarte.
Besos chatina
Santi
Mi comentario va dirigido al blog en su conjunto, y quiero decirte que me gusta mucho como relatas tus vivencias, experiencias y hechos de actualidad. En realidad, pienso que eres una periodista de vocación y que harias carrera en esa profesión. Te animo a enviar algún artículo a la Voz de Galicia para que te lo publiquen.
Gracias malvaviva. Es mi vocación frustrada, siempre me ha gustado escribir (desde los diarios de pequeña, a este blog). Espero que me sigas leyendo, un besito.
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